ANDRÉ DIDYME-DÖME FUENTES // 

Director: Erik Poppe
Andrea Berntzen, Aleksander Holmen, Solveig Koløen Birkeland

Llega a las pantallas la segunda película basada en el ataque terrorista perpetrado el 22 de julio del 2011, donde un hombre de extrema derecha arremetió contra un grupo de personas, en su mayoría adolescentes, quienes formaban parte del campamento juvenil político del Partido Laborista Noruego ubicado en la isla de Utøya, dejando como resultado un saldo de 69 muertos y más de un centenar de heridos.

Mientras que July 22, la película del director británico Paul Greengrass, ofrece un contexto sobre quiénes eran estos jóvenes, se centra en un personaje real y nos muestra los efectos del atentado tanto en los sobrevivientes como en su autor, la cinta del noruego Erik Poppe evita cualquier tipo de contexto social o político, no llega a explorar las causas que llevaron a Anders Breivik a cometer semejante acto y tampoco se aproxima a las traumáticas consecuencias para los sobrevivientes. Poppe intenta mostrarnos el acto terrorista en tiempo real (72 minutos) y en un extenso plano secuencia con muy pocos cortes.

La versión de Poppe no ofrece explicación alguna sobre los hechos ocurridos, obligándonos a tomar el punto de vista de los jóvenes que hacían parte del campamento quienes, de una manera repentina e inmediata, se vieron enfrentados a una situación extrema de vida o muerte.

Aquí nunca vemos a Breivik, pero sí a una chica llamada Kaja (Andrea Berntzen), un personaje producto de la ficción, pero construido a partir de testimonios de los protagonistas del terrible suceso. Kaja cree que vive en el país más seguro del mundo, hasta que se entera de una explosión en los alrededores de la oficina del Primer Ministro Noruego. Minutos más tarde, los disparos llegan a la isla y ella debe correr para salvar su vida, a la vez que emprende una búsqueda desesperada de su hermana menor, la cual también hace parte de su campamento.

La falta de todo tipo de contexto puede llegar a confundir al espectador, y la opción de filmar la cinta en tiempo real, hace que los personajes no estén bien construidos. La cinta de Greengrass sufre debido a una espectacular recreación de los hechos en un violentísimo y escalofriante primer acto, que no llega a mantenerse en el segundo acto, de ritmo inferior, que se centra en los sucesos posteriores al evento. Por su parte, la cinta de Poppe no logra la maestría de las secuencias del atentado de su predecesora y no nos dice nada sobre las causas y las consecuencias de los hechos.

Como experimento, la versión de Poppe es un trabajo interesante. Pero como película, el trabajo de Greengrass es superior. Sin embargo, ver las dos películas permite tener una visión más amplia de los hechos.

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