Viggo Mortensen y Mahershala Ali logran unas interpretaciones impecables en una cinta que funciona como la inversión de la premisa de Manejando a Miss Daisy.
Dirección: Peter Farrelly
Viggo Mortensen, Mahershala Ali, Linda Cardellini
Peter Farrelly y su hermano Bobby, han dirigido algunas de las mejores comedias políticamente incorrectas de finales del siglo XX. Tontos y más tontos, Locos por el juego, Loco por Mary, Irene y mi otro yo, Amor ciego y Pegado a ti, son algunos de los memorables títulos que traspasaron las fronteras del buen gusto sin perder su enorme sentido del humor.
Ahora Peter asume su primera película como director sin ayuda de su hermano, y el resultado es una comedia mucho más sobria y menos políticamente incorrecta, pero muy entretenida y llena de corazón. Su nombre es Green Book y está basada en el libro de Nick Vallelonga acerca de la amistad de su padre Tony con un músico afroamericano, el Dr. Don Shirley.
El título de la cinta se relaciona con una infame guía turística llamada The Negro Motorist Green-Book, publicada de 1936 a 1966 y que le decía a los afroamericanos donde podían hospedarse sin ofender a los blancos racistas del sur de los Estados Unidos. Tanto el libro como la película de Farrelly relatan cómo el Dr. Don Shirley (interpretado magistralmente por Mahershala Ali), un virtuoso pianista de música clásica, presionado por su sello disquero para hacer parte de un trío de Jazz y realizar una gira por el sur de Norteamérica, contrata como chofer a Frank Vallelonga (una actuación impecable a cargo de Viggo Mortensen), un hombre italoamericano de inclinaciones racistas, que trabajaba en un club de Nueva York asociado con la mafia.
Debido a su desempleo y a que tiene que mantener a su esposa Dolores (Linda Cardellini) y a su pequeño hijo Nick, Tony Lip (apodado así por sus amigos), termina aceptando a regañadientes el encargo. Lo que sigue aquí es una road movie que funciona como una inversión de la premisa de Manejando a Miss Daisy, en la que Tony es el “blanquito chistoso”, inculto, mal hablado, vulgar, pero de buen corazón y el Dr. Shirley es la persona culta, de excelente dicción y buenos modales que encuentra en Tony un amigo que lo saca de la soledad y el aislamiento inherentes a su contexto.
El director Farrelly logra un maravilloso contrapunto entre la comedia ligera (como las escenas en la que Tony le enseña a comer pollo frito al Dr. Shirley o cuando este le enseña a Tony a escribirle cartas románticas a su esposa), con un retrato profundo y humano sobre la diferencia de clases y la discriminación racial que todavía contaminan a la Norteamérica del siglo XXI.
Puede que la escena final de Navidad sea poco creíble (de hecho, la familia del Dr. Shirley ha criticado duramente la verosimilitud de la historia escrita por Nick), pero el espíritu esperanzador de la película de Farrelly, que nunca evita los prejuicios todavía enclavados en el corazón de los Estados Unidos y del mundo, hace que pensemos en la posibilidad de un mundo mejor.