JULIANA ROZO // 

El actor Félix Maritaud viste negro de pies a cabeza, tiene un saco cuello tortuga, digno del clima bogotano. Un joven serio, francés –muy francés- y sereno. Nos recibe con un inglés bastante bueno, no tan afrancesado. Escucha y responde siempre con una sonrisa cálida de medio lado. Su actitud no delataba su cansancio, ni el hecho de que éramos los últimos bendecidos y afortunados en conocer y entrevistar a quien, en 2018 ganó el premio Louis Roederer a Mejor Actor Revelación en el Semana de la Crítica de Cannes. Éste año, Maritaud ganó el premio Lumiére de Meilleure révelation masculine por su actuación en la película Salvaje, donde interpreta a Leo, un sujeto que se prostituye en las calles de París. Las mismas calles en donde busca inagotablemente, afecto y amor. La película se proyecta en Colombia en el marco del Festival de Cine Francés.

Maritaud tiene un aire pseudo místico-millenial. Ha mencionado, a propósito de su debut como actor en BPM 120 latidos por segundo, que su encuentro fortuito en la calle con el director Robin Campillo (que lo llevó  a conseguir un papel en su primera película), fue una cuestión del destino y no de la casualidad. El interrogante sobre su vida antes de entrar al mundo del cine estaba abierto: Si es destino y no azar, le pregunté entonces, qué lo llevaba a afirmar esto, ¿cómo era su relación con el cine antes, en qué consistía su día a día?

Felix Maritaud: Antes, veía muy poco cine, no era nada cinéfilo y no creo que tuviera cultura cinematográfica. Estaba más interesado en la pintura, en la escultura, en la instalación. Efectivamente, cuando empecé a descubrir el cine siendo actor, me di cuenta que había encontrado un medio para el cual estaba hecho. Es decir, me sentía “adaptado” y eso fue una especie de revelación personal.

Juliana Rozo: ¿Cómo ves la relación entre el cine y el arte, más aún teniendo experiencia en el mundo del arte contemporáneo?

FM: Pienso que el mundo del arte tiene un espectro mucho más libre y amplio con respecto a la expresión. El cine está mucho más restringido por unos moldes, muchas veces económicos y financieros. En ocasiones, las personas que tienen el dinero no quieren comprometerse necesariamente con proyectos más singulares y originales. Contrastado con el cine, el arte y el performance han ido mucho más lejos, por ejemplo, en el caso del Accionismo Vienés[1].



“El cine necesita ir más lejos, necesita romper más barreras. Es más difícil que lo haga, pero está en un momento en el que se puede lograr. Tiene que alcanzar la profundidad que el arte en general ha alcanzado.”



JR: Justamente hablado sobre un “deber ser” del cine, me acuerdo del discurso que dio Lucrecia Martel en honor a Pedro Almodóvar.[2] Parafraseándolo escuetamente, ella dice que no hay un deber ser del cine, pero sí debe haber una creación e invención de uno mismo. Si bien eso lo dijo refiriéndose específicamente a la obra de Almodóvar, ¿crees que ésto puede suceder desde la parte actoral?

FM: Creo que el rol del director es crear nuevos paradigmas y horizontes de pensamiento para los espectadores. Cuando yo voy a encarnar un personaje, no busco controlarlo sino abrir un espacio para que el personaje viva enteramente y estar a disposición de él en toda su dimensión. Así, logro darle tener una humanidad disponible para sus fantasías y deseos. Entonces, es evidente que ese proceso requiere reinventarse y observarse a uno mismo de manera radical.



“Esa parte del trabajo del actor es la que me parece más apasionante: Siempre experimentar nuevas encarnaciones, sobrepasar barreras que tenemos todos en nuestras almas y así, cuando aprendes a aceptar a un personaje -que es como un fantasma- también aprendes a aceptar nuevas partes de ti mismo.”



Es como un “trip”, es un viaje donde tú recibes una gran cantidad de información y al final, eliges con qué quedarte. Es importante no protegerse ante estos personajes ya que es una experiencia enriquecedora en tanto se logra sobrepasar al propio ser: se aprende a sufrir y a sentir cuestiones que no eran evidentes antes. Es maravilloso, son estados del alma muy poderosos.

JR: ¿De qué manera se generó ésta conexión espiritual entre Leo, el personaje que interpretas en Salvaje y tú, a partir de la preparación actoral?

FM: El caso de Salvaje fue muy particular porque es un personaje que no tiene un aspecto psicológico definido. Es más, una vibración, una luz, un hombre que vibra con ciertas situaciones. Entonces, en vez de querer controlar y conocer al personaje, me pongo a disposición de él. Lo que sucedió con Leo fue dejarlo vivir: que broten sus emociones y que fluya su luz, siempre de la mano y la ayuda del director, Camille Vidal-Nauquet, de los otros actores y en la puesta en escena. Todos esos elementos nutren extraordinariamente al fantasma para hacer vivir su humanidad.

Leo emana energía solar, es un personaje que va en busca de un absoluto amoroso. No corresponde con la realidad misma de los prostitutos. Esta película quiere aclarar para el espectador, iluminar, dar luz y revelar un mundo completamente diferente. El personaje ilumina un mundo invisible para muchos.

JR: Quería hablar sobre tu postura de ser abiertamente gay, que sugiere un activismo político.  Reconociendo que estas posturas van usualmente entrelazadas con cuestionamientos sobre la clase y la raza, y justamente en relación a todas las cuestiones económicas que están en la industria cinematográfica, quería preguntarte cómo hacer un cine no-capitalista, ¿es posible?

FM: Es una gran pregunta. Yo creo que un cine anti-capitalista es poco posible porque el anti-capitalismo rechaza de entrada el actor, los personajes, el montajista. Sin embargo, creo que se puede hacer un cine situacionista.[3] Sería un cine, como en el caso de Salvaje, que genere e interpele a las emociones y no difunda conceptos ni información.



“Un cine de las vísceras, un cine vivo, que genere preguntas en el espectador, pero no dé las respuestas. El situacionismo como una forma de cine anti-capitalista es posible, como una manera distinta de creación de ideas, de interrogación y emancipación.”



Maritaud tiene un aire pseudo místico-millenial, pero sobretodo, profundo, reflexivo y conocedor de sus referencias y del pasado artístico, intelectual y político que lo antecede. Además, logra hacer un uso acertado y humilde de su biblioteca mental. Queda abierto el camino de éste actor, que promete un futuro disruptivo en el cine, a través de los fantasmas con los que conecta, su calidad actoral y un pensamiento esperanzador y fresco.

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[1] Movimiento artístico breve iniciado en las décadas de los 60s y 70s en Europa. Fue considerado radical en su momento por su postura crítica frente al arte tradicional y su intención de llevar las prácticas artísticas al espacio público y político, principalmente a partir de acciones (happenings, performances). A diferencia de las vanguardias europeas de principio del siglo XX, los artistas no se consideraban como una colectividad o un gremio, simplemente decían tener las mismas inquietudes que por ende, se reflejaban en sus actividades artísticas heterogéneamente. Algunos de los artistas relacionados al Accionismo Vienés son Hermann Nitsch, Günter Brus, Otto Muehl, Rudolf Schwarzkogler y Valie Export.
[2] “Discurso de la realizadora argentina Lucrecia Martel durante el homenaje y entrega de un León de Oro al director, productor y guionista español Pedro Almodóvar en el Festival Internacional de Cine de Venecia, 30/8/2019”. Disponible aquí.
[3] Artistas e intelectuales que hacían parte de la organización Internacional Situacionista fundada por Guy Debord en 1957, con la premisa de generar cambios ideológicos en la civilización occidental, desestabilizando el control capitalista y la opresión de la clase alta dominante. Sus ideas tendrán una influencia en los acontecimientos de Mayo del 68 en Francia.

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