JUAN CARLOS TORRES LIZARAZO // 

Con la polémica desatada por ROMA de Alfonso Cuarón y el tremendo éxito que ha significado Bird box, Netflix parece consolidarse como una plataforma mixta que puede ofrecer contenidos tanto para los que amamos el buen cine, como para quienes disfruten el entretenimiento puro y duro. Sin embargo, más allá de lo popular, es poco lo que se explora y que de igual manera puede generar la satisfacción de no perder lo que se ha pagado por contar con este servicio. A continuación, quiero reseñar dos películas que, en mi opinión, dejan ese buen sabor de boca y aunque sería mil veces mejor en salas de cine, es difícil otra forma de tener acceso a ellas. 

 

  • LAZZARO FELICE.

La directora italiana Alice Rohrwacher, quien ya se había llevado el gran premio del jurado en el festival de Cannes por La maraviglie (2014) logró el año pasado el premio a mejor guion por esta hermosa película con un tono mágico y que bebe de lo mejor de la tradición del cine italiano, el retrato de la familia feliz y las costumbres arraigadas en medio de la pobreza y la desigualdad. Lazzarofelice es una alegoría al “Gran engaño” que traspasa épocas y repite desgracias, siempre recae sobre los mismos, las personas envejecen, pero la vida sigue siendo igual, la pobreza sigue siendo igual, el esclavo sigue siendo esclavo, aunque de otra manera y a la vez es esclavizador cuando puede, cada que tiene la oportunidad. Lazzaro llora cuando entiende por fin de qué se trata el gran engaño, su felicidad no es otra cosa que la ignorancia de su condición.  En un formato poco tradicional su gran virtud es sin duda su guion, verosímil, creativo, novedoso y conmovedor. Adriano Tardolio, Lazzaro, aunque no logra una interpretación muy destacable, sí produce la empatía que este personaje requiere para que la historia se cuente, pero sobre todo para que se sienta. 

 

  • LA ENFERMEDAD DE DOMINGO

Ramón Salazar es un director español no tan conocido como otros, pero que promete mucho. Quizá sea más conocido por adaptar el guion de Tres metros sobre el cielo dirigida por Fernando Gonzales Molina y protagonizada por Mario Casas, seguro ahora sí la recuerdan. Sin embargo, este director estuvo en competencia oficial del Festival de Berlín por Piedras del 2002 y ahora se decide por estrenar en Netflix la que, para muchos, fue la segunda mejor película de la plataforma después de Roma, claro. Susi Sánchez (Anabel) y Bárbara Lennie (Chiara) logran unas muy buenas interpretaciones, cada una representando un mundo y una forma de pensar diferente. Esta cinta que ya no bebe del cine italiano, como en el caso anterior, sino de Bergman.Persona es su más clara influencia y aunque difiera en muchos puntos, es una muy buena película,problematiza el tema de la maternidad en todas sus posibilidades, sus planos son muy bien cuidados, algunos de una fuerza visual realmente admirable, como el de la madre viendo a su hija jugar en el carrusel. Toda una exploración sincera y sin establecer juicios definitivos de la dicotomía entre ser madre o ser individuo. 

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